domingo, 24 de marzo de 2013

Crónica de un Domingo de Ramos

Mi partido perdido, era lo esperado, esas cabronas nos han ganado fácil. Mi equipo, ha perdido, 3-2 por los pelos. Vuelvo a casa en mi coche y la calle cortada, las procesiones de Semana Santa!! se me había olvidado... pero mi nuevo garaje tiene otra puerta, me meto y me pierdo en él. Un buen samaritano me explica cómo llegar a mi plaza, después de maniobrar no sin complicación lo consigo, allí que llego y aparco, bien. Me estoy meando, me he tomado 3 quintos (estrella de levante, siempre) qué ganas de llegar a casa. Me voy con mi paletero lleno (8 kg aproximadamente) y mi casa en pleno centro del recorrido de la procesión. Busco un paso, no lo encuentro. Media hora después, sin abrigo, con el paletero a cuestas y temiendo por mi vejiga comienzo a suplicar a las "señoras que" no sin echarme antes un rapapolvo con mucha mala leche y que finalmente se levantan para dejarme pasar. Pido 20 mil disculpas a los nazarenos que voy paleteando a mi paso. Repito las súplicas en la fila de enfrente, otra bronca y mucho odio en las miradas de los devotos que me rodean. Consigo cruzar sintiendo el mal de ojo que me han echado tantas personas (y ningún caramelo) pero llego a casa, a mi baño, a mi ducha, a mi pijama, a mi sofá, he cenado rico y me he fumando un aliñadico... y ahora mismo me siento muy bien.