miércoles, 24 de febrero de 2010

despecho


Rechacé su oferta.
Esperaba que ÉL diera señales de vida pero no lo hizo...
me sentí mal ¿desilusión o cabreo? Ambos dos.
Retomé su oferta.
Le llamé y dije que iría si aun quería, afirmativo.
Echar un polvo siempre sienta bien, pensé para mí.
¿Me apetece? claro, no traiciono a nadie aún... Pues ya está.
Llegué a su casa con la intención de desnudarle en cuanto lo viera
pero la maldita costumbre de ser amiga de mis amantes
me hizo postergar la necesidad hasta después de:
1 paseo, 1 atardecer, 2 canutos, el final de un libro,
muchas palabras...
Cuando fueron demasiadas le mandé a callar,
la confianza de años acostándonos es lo que tiene.
En 3 minutos andábamos desnudos
y metiéndonos mano hasta la cama
sabe que mi cuello es mi talón de Aquiles
que me vuelvo sumisa, lo supo aprovechar una vez más.
Me masturbó como él sabe hacer, nunca falla
y yo se lo agradecí después.
¿No te importa que me vaya justo después de follar?
pregunté mientras me vestía
comenzó a reír, pero no dijo nada.
Esa noche con ÉL todo fue mejor, me sentí bien.